Samir Nasri (29 años) se sentía en el Manchester City como un juguete averiado. Una batería venenosa de lesiones musculares le amargó la última temporada; eso y un vídeo tóxico que salió a la luz en el peor momento, a punto estuvieron de arruinar su carrera. Tan dolorido se encontraba Nasri, que ni las palabras amables de Pep Guardiola le convencieron. Quería salir a toda prisa de Manchester, no perder el vuelo con destino a Sevilla.
