Gijón marca la frontera

El Molinón, Gijón, el corazón de la cornisa cantábrica, marcó los límites de este ambicioso Sevilla de Jorge Sampaoli, por si alguien se resistía a verlos. El equipo que ayer vistió de mostaza vio frenada su racha triunfal en la Liga más por sus propias limitaciones que por las aptitudes de un rústico Sporting al que el punto le debió saber a pura gloria. Todo lo contrario que a los sevillistas, rabiosos por no plasmar en la segunda parte su insultante superioridad, su acoso y derribo. El fútbol atesora una verdad sagrada, el gol. Es la que legitima todo lo bueno que un equipo haga sobre la hierba. Como el gol no apareció en ese monólogo de tres cuartos de hora, su lucido y fluido juego de toque se quedó a medias. En una verdad a medias que lo llevó a bajar peldaños en la tabla. Y en sus expectativas.

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