Mientras el sevillismo se ha enfrascado en estos dos primeros meses y medio de competición en debates más o menos encendidos sobre la manera de jugar del equipo heredado de la era Unai Emery, el peculiar entrenador argentino, casi sin hacer ruido, tiene en sus manos meter al Sevilla entre los dieciséis mejores equipos del continente en el torneo de clubes de mayor prestigio del mundo.