Manolo Jiménez no puede evitar sonreír cuando recuerda lo que le pasó aquel 7 de diciembre de 2008, día en el que el Sevilla ganó por última vez al Madrid en el Santiago Bernabéu (3-4): «Al terminar el partido, con la alegría de haber sido capaces de vencer y mientras estaba hablando con algunos de mis jugadores, se me acercó primero Raúl y después Casillas para felicitarme. Fue un gesto que me llamó mucho la atención, sobre todo, porque sin yo decirles nada, los dos me dijeron que habíamos sido superiores y me dieron sus camisetas. Al llegar al vestuario las metí en una bolsa y me las llevé a Sevilla. Cuando entré en mi casa, la dejé al lado de la cocina y me fui a dormir. El problema vino al día siguiente, cuando la señora que limpiaba en mi casa pensó que era una bolsa para tirar a la basura. Ella, la pobre, vio una bolsa con unas camisetas sudadas y pensó: «para tirar». Me quedé sin las camisetas».
