Y si el equipo de Sampaoli está cuajando una sobresaliente temporada, que la está cuajando, no es por la calidad de sus lentes bifocales. La mirada se le dispersa, se le desparrama cada vez que asoma por el horizonte el fulgor de las estrellas de la Champions. Es un mal muy común en los clubes que no disputan la máxima competición del mundo a nivel de clubes cada año… y llegan a cuartos con asiduidad. Los grandes acorazados europeos se pueden permitir ir a Ipurua con su segunda línea de infantería y ponerse 0-3 en media hora. O despachar en el Camp Nou a un animoso Celta que salió confiado en que el PSG desviara el punto de mira de Messi. Ja, ja, ja.
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