El mundo del fútbol tiene más imposturas que balones y una de ellas está grabada como un tatuaje en la piel del Sevilla Fútbol Club contemporáneo, el de los nueve títulos en las últimas 12 temporadas. Reza ese falso cartel que una de las claves de la eclosión del club hasta la nobleza europea radica en su generosa apuesta por jóvenes emergentes, desconocidos y que luego despuntan vestidos de blanco. Tanto el presidente, José Castro, como el nuevo director deportivo, Óscar Arias, repiten estos días con insistencia que el hecho de que el Sevilla piense en Nolito o Jesús Navas no es una renuncia a esa filosofía de espigar retoños que luego valen un potosí. Pero… ¿qué tiene de veraz esa filosofía? Un repaso a los fichajes desde ese verano de 2005 que cambió el destino de la entidad lo refuta todo.
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