El Sevilla ganó el derbi y dio una gran alegría a su afición, aunque ésta sabe que el equipo sigue jugando al filo de la navaja, tan capaz de asediar al adversario como de volverse loco y regalar una y otra vez la pelota y sufrir lo indecible. Hay que abrocharse los cinturones con este Sevilla porque todavía le falta para ser ése que quiere su entrenador y, hasta entonces, da la sensación de que seguirá jugando poniendo a prueba el corazón de los sevillistas.