Luuk de Jong terminó la temporada pasada dejando una percepción generalizada de que era el hombre de los goles clave. Los hizo en partidos a domicilio trascendentales, como en el Wanda, Heliópolis o el Bernabéu, donde le anularon otro con mucha polémica. Los hizo también en la fase final de la Europa League, el decisivo ante el Manchester United y los dos al Inter en la final. Pero quizá por eso se solapó su importancia también para el juego. Ahora, tras otro tanto determinante, ya se hace más evidente que De Jong es algo más que goles trascendentales. Es la mejor referencia para construir el juego ofensivo, un rol en el que está naufragando En-Nesyri y en el que no termina de ver Lopetegui Carlos Fernández.