El Sevilla necesita un golpe urgente de timón. No debe esperar más. Los responsables lo saben, aunque de momento miren para otro lado. Ni Javis Guerreros, ni «pasar página» dejando en cosas del fútbol tres petardazos consecutivos, ni por supuesto pedir un tiempo que a la larga puede ser pernicioso por no dar el golpe en la mesa en el momento necesario. A 21 de octubre, con dos meses de competición en la mochila, el equipo de Berizzo sufre de una falta de identidad, intensidad e incluso profesionalidad que provocan que la situación se más alarmante de lo que los resultados señalan.