El Sevilla de Unai Emery funciona como un reloj suizo, siempre al son que ordena el técnico y con un engranaje que se mueve a la perfección para ejecutar lo que requiere cada rival de turno. Ayer, incluso le bastó con una marcha más al inicio para poner las bases de una nueva victoria como local. Control del juego, balones largos a la espalda de una defensa adelantada, carreras de Aleix Vidal y orden, mucho orden defensivo, les bastaron a los sevillistas para imponerse con autoridad.