El sevillismo y Unai Emery vieron ayer cómo un equipo puede funcionar como una máquina perfecta por el trabajo conjunto de una serie de jugadores que, curiosamente, a nivel individual protagonizaron llamativos errores que no sólo impidieron al Sevilla puntuar en el Bernabéu, sino que lo llevaron a la derrota.
Pero el fútbol es así de caprichoso. El Sevilla fue mejor que el Madrid, al que prácticamente echó del partido en varias fases de la noche con un juego inteligente, agresivo y descarado que generó más ocasiones de gol que las que pudo hacer todo un líder como el superequipo local, pero pagó una serie de errores, tanto en defensa como ante el gol, que arruinaron todo lo que había hecho bien.