Unai Emery aprovechó el baile de rotaciones, que marcará la pauta en este enero, para ensayar una variante táctica que sacrifica el toque y la posesión en favor de más consistencia atrás y una salida más directa. Metió a Iborra junto a Krychowiak, adelantó unos metros a Banega -tercer medio, el vértice más adelantado de un triángulo- y en punta, dos extremos, Deulofeu y Vitolo, más Gameiro como rematador. Le resultó la prueba frente a un Granada intenso, que sacó amor propio ante su delicada situación, pero que salió con dos centrales dadivosos.