El Sevilla chocó ayer contra un muro que no supo derribar con argumentos insuficientes y que resultó escollo definitivo para nuevamente los puntos no se alcanzaran fuera de su feudo.
El Levante volvió a fabricar una trampa en la que el Sevilla cayó sin entender que el camino buscado no era el adecuado. Buscó los espacios interiores cuando nunca existieron y posibilitó que las pérdidas dieran vida a un rival que sólo respiraba con ellas. Los medios, además, nunca supieron avanzar con comodidad.