Casi nadie lo esperaba por aquí este año, pero a este insaciable Sevilla del siglo XXI nunca se le puede dar por muerto. Ni siquiera después del preocupante primer tramo de temporada, en el que la imagen y actitud del equipo entonces entrenado por Berizzo dejaron mucho que desear por los campos de España y Europa. Montella parece espabilar al animal competitivo. A ese Sevilla que ha disputado la friolera de 45 partidos con carácter de final o semifinal en los últimos quince años. Se dice pronto. Hasta en los tropiezos, como es el caso del último e insuficiente empate en casa ante el Getafe (1-1), ya se ve otra cosa.
