A imagen y semenjanza de Unai Emery. El Sevilla se plantó en uno de los campos más difíciles de España con un planteamiento rocoso con sus dosis justas de atrevimiento que, además, supo sobreponerse a las difucultades, planteadas, más que por el Atlético, por un Ayza Gámez que dejó a los blancos con nueve jugadores y les señaló dos penaltis en contra. Sufrir formaba parte del planteamiento previsto y, lo mejor, el gol de Negredo fue el premio a una disposición nada medrosa cuando se podía.