La jornada vigésima tercera se presenta con ciertas aristas para el Sevilla. Nada dramático porque no se trata de un partido trascendental ni decisivo. El equipo de Julen Lopetegui visita Balaídos, un partido más de la Liga, sin el carácter de final del que dotaba en las comparecencias previas a los partidos de Copa el guipuzcoano. Pero las altas miras del club, la necesidad de aspirar a la clasificación para la Champions y el contexto del partido y del torneo liguero sí le dan un aire especial al partido. El Sevilla está obligado a reaccionar tras el fracaso en la Copa y el traspié ante el Alavés, con la concurrente sensación en ambas citas de cierto paso atrás en el modelo de juego, sobre todo por la carestía en la fase ofensiva. Y enfrente tendrá un Celta para el que sí tiene carácter de trascental el encuentro. Vigo se presenta como una oportunidad para la redención sevillista, para la recuperación de las buenas sensaciones, pero no lo tendrá fácil el Sevilla en Balaídos, convertido en un avispero por la necesidad de su anfitrión y el ansia de la afición celtiña.