Los últimos partidos de Éver Banega con la camiseta del Sevilla valdrían para un documental televisivo o incluso un largometraje de lo que debe ser un mediocentro en este deporte llamado fútbol. Tengo clarísimo el vídeo promocional. Comenzaría con los dos regates, utilizando un giro de su maltrecho tobillo, que hizo en una de las baldosas de San Mamés, pasando posteriormente al golpeo sutil en el lanzamiento de la falta que convirtió en tierra de leones. Cortinilla de estrellas (no puede existir otra para Éver), para sacar imágenes de sus 45 minutos ante el Barcelona. Un pasito para atrás para despistar y salir en carrera (sobre los dedos de sus pies) y destrozar casi dos líneas de presión. Su ’10’ brillaba más que el de su paisano.