Sin estar invitados la fiesta termina siendo siempre el protagonista, ese futbolista de equipo y que pese a ser un grandísimo delantero no le importa que el protagonismo se lo lleven otros. Lo suyo es estar en segundo plano, esperando su momento para dar siempre lo mejor de él. Y así ha sido desde que llegó al Sevilla FC, primero con Sampaoli, después con Berizzo, más tarde con Montella y ahora con un Machín que no creía en Ben Yedder y que ahora lo tiene como fijo en sus alineaciones.