Biri-Biri, leyenda y símbolo de una afición incomparable

El 2020 se puede ir ya un poquito a tomar viento fresco. O algo más fuerte si lo prefieren, que con estas calores se queda uno amamonao y no tiene ganas ni de enfadarse. Y no está el tema para enfadarse, ni mucho menos, aunque sí para sentirse triste. Mucho. Porque la vida y las personas tienen que pasar, pero de un tiempo a esta parte es inevitable pensar que esos ídolos del Sevilla de generaciones pasadas y, por desgracia, de las actuales, se están marchando con jodida rapidez. Casi encadenados unos a otros. Y ya cansa, la verdad. Porque hace poco más de un año nos quedamos de piedra con el inesperado adiós de José Antonio Reyes, ídolo y leyenda por los siglos de los siglos. Marcelo Campanal, referente de los más veteranos que aún acuden al Sánchez-Pizjuán lo hacía en pleno apogeo de la pandemia. Y ahora nos enteramos que lo ha hecho Biri-Biri. Otro golpe. Uno más. Al menos podemos congratularnos de que su nombre perdurará en el tiempo.

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