De aquella vez que fuimos a Bilbao a comernos el león y nos comimos, en la sociedad gastronómica del Bocho, tres cosas gordas de esa que dicen que se comió el moro Muza, guardo un recuerdo indeleble, definitivo. La poca lumbre que le dimos al puro. La escasa electricidad que le dimos a la colcha. La apatía con la que fuimos a la fiesta. Y pasó lo que pasó.
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