Ni es para sacar los tanques a la calle ni tampoco para tocar las palmas y esperar a que con el empuje de la afición y la calidad de los futbolistas sea suficiente. El fútbol ya no es eso y el proyecto hay que mimarlo día a día, como se aviva un fuego que no puede apagarse. Requiere calma la situación, un análisis argumentado y un plan de actuación que no se guíe por los impulsos. Porque hay mucho en juego y no sólo en lo deportivo, ya que lo económico –aunque van parejos– tiene igual o más importancia. La derrota ante el Valencia ha puesto al Sevilla en una situación difícil y si bien el duelo de hoy no es eliminatorio, no es una final por así decirlo, puede empezar a desatar los nervios en todos los estamentos del club y en la gran caja de resonancia que es el entorno sólo unas semanas después del último gran terremoto.
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