Con la destitución del entrenador que iba quinto y había metido al Sevilla en los octavos de final de la Liga de Campeones, Pepe Castro tomó un gran riesgo. Con la elección del sustituto de Eduardo Berizzo, que será Vincenzo Montella, el presidente sevillista pone, sencillamente, el cien por cien de su crédito como dirigente en el resultado de un cara o cruz. Sin apenas experiencia internacional y nuevo en España, el italiano resultó ganador de un esperpéntico proceso de selección que llevó a Castro y al director deportivo, Óscar Arias, a una loca maratón de entrevistas a candidatos tan variopintos como Javi Gracia, Walter Mazarri o el alemán Thomas Tuchel.