El acto parecía diseñado por uno de esos ingenieros del marketing del amor. Al acristalado escenario sólo le faltaban algunos Cupidos serigrafiados al trasluz, con la ciudad al fondo. La fecha elegida no podía ser casual. Ni el lugar. La atalaya más alta de Sevilla, tras siglos de dominio de la Giralda, ay, Giganta, para escenificar la subida del listón. Tan alto, tan alto ha llegado el Sevilla que se tuvo que subir a la Torre Pelli para seguir buscando sus más elevadas metas. La excusa fue la sinopsis de la historia de gloria del club en el siglo XXI, el paso del club testigo al club protagonista. Hasta Cicerón salió a la palestra. José María del Nido volvió a hablar en un acto institucional del Sevilla siete años después de su dimisión como presidente. José Castro escenificó así la nueva paz social. O tempora, o mores. Estuvo bien recordar a Cicerón. Lo hizo Stefan Zweig en uno de sus Momentos estelares de la Humanidad. «La verdadera armonía en una república sólo puede producirse si el individuo, en lugar de sacar provecho personal de su puesto público, antepone los intereses de la comunidad a los privados»