En mayo cumplió 46 años y apenas dos meses después recibió una de las llamadas más importantes. Sonaba la voz de Monchi al otro lado del hilo telefónico. «Me dijo que quería hablar conmigo y que me fuera a Sevilla. Fue todo muy pronto. Yo era entrenador en Kazajistan (a 6.000 kilómetros de la ciudad hispalense). Estaba con mi familia y me quedé un poco extrañado. Más que nada porque no me lo esperaba. Pero viajé (se ríe). ¡Qué calor hacía cuando llegué! Fue un viernes. Nos reunimos en el despacho que tiene Monchi en el estadio y me explicó… Luego también vino el míster».
