Caía la noche sobre el Ramón Sánchez Pizjuán cuando los equipos saltaban al campo en lo que parecía más una sesión de entranamiento algo más seria de lo normal. La temperatura era sofocante y las gradas del templo rojiblanco lo reflejaban. Así, muy pocos sevillistas se dieron cita en Nervión, pues las condiciones no eran las más favorables: agosto, fin de semana y la ola de calor que azota a España no hacían presagiar nada bueno.