No por ser una costumbre en este Sevilla del presente siglo deja de ser un impacto aún para el aficionado. Aún hay sevillistas a los que les cuesta mucho asimilar cada verano que sus mayores estrellas acaben abandonando su amado club para enrolarse en las filas de otros equipos que les ofrezcan más opciones de conquistar títulos o, por otra parte, ganar más dinero de lo que ganarían en el conjunto de Nervión. La historia ha demostrado que los nombres pasan pero los logros permanecen, y más si el que está al mando de la nave es Monchi. El club no debe tenerle miedo a vender a sus jugadores más cotizados para, con sus ingresos, recomponer una plantilla con jugadores con hambre, proyección y margen de beneficios en un futuro cercano. Así le ha ido bien en el presente siglo, y así seguirá. Ahora, los dos grandes elegidos para poner cara a dos dolorosas marchas son Pablo Sarabia y Wissam Ben Yedder.