Dabbur sabía que no había aprovechado la oportunidad para reivindicarse y se quitó un peso de encima con ese tanto. Luego lo celebró con rabia, primero dedicándoselo a su esposa embarazada, con el ya clásico gesto de la pelota metida dentro de la camiseta, después mirando y señalando al cielo y, por último, besando el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán. Además, sus compañeros expresaron su alegría por su gol, como por ejemplo Ocampos y Koundé, que saltaron desde el banquillo para festejar el tanto del israelí.