El croata militó con Maradona en el Sevilla y para él fue inolvidable. «Era uno de mis ídolos de chaval y cuando empezó a rumorearse en Sevilla que podía llegar, yo pensaba: ‘Hasta que no le vea en el vestuario no me lo creo’. Gracias a Luis Cuervas y Del Nido pude disfrutar de ser compañero suyo, de jugar con él. Pero es que Maradona, además de ser el mejor del mundo, nos hacía buenos a los demás. Su llegada engrandeció al equipo y a la ciudad. La gente se volvía loca para tocarle, hacerse una foto con él o que le firmara un autógrafo. Era muy grande, y eso tenía sus cosas positivas y negativas, aunque yo he entendido y respetado muchas cosas de su vida. Fue un enorme privilegio jugar con él. Se ha visto muchas veces por televisión, pero yo estaba delante cuando se puso a dar toques a una pelotita de papel de aluminio cuando alguien se la tiró desde la grada en el Pizjuán. Pero es que en el vestuario con una naranja… con cualquier cosa. Era un espectáculo, un mago, único», afirmaba el croata.