Adil Rami se subía en el tránsfer que debía conducirlo entre el aeropuerto de Atenas al avión que iba a llevar a la expedición sevillista hasta Tiflis y lo primero que hacía era agarrarse a la barra superior y hacer tres o cuatro flexiones. Era una broma, sin duda, pero la demostración ante una decena de personas, entre las que estaban compañeros, cuerpo técnico, médico y algún periodista, indicaba que el estado físico del francés va mejorando considerablemente.