Nada tienen que ver el ánimo, la moral y las sensaciones del Sevilla hoy, en la vuelta ante el Cluj rumano, que hace una semana, cuando ambos se vieron las caras en la ida de estos dieciseisavos de final de la Liga Europa en el corazón de Transilvania. Entre un partido y otro, el equipo de Julen Lopetegui dio un súbito e inopinado golpe de timón cuando peor pintaba el decorado, recuperó con su rotundo 0-3 en Getafe su plaza de Liga de Campeones –en espera de que la Real Sociedad juegue su partido pendiente en Eibar– y los nervios se han templado mucho por Nervión cara al decisivo partido de esta noche. Pero ojo, que el decorado vira del brillante azul de Getafe al marrón de Nervión. Porque para el Sevilla de Julen Lopetegui, jugar en casa se ha convertido en todo un marrón. Lo dicen las cifras. Y también el juego. Más puntos ha cosechado el equipo blanco fuera de casa, 23 en 13 salidas, que en casa, 20 en 12. Si son capaces de vencer a Osasuna el mediodía del próximo domingo, clavará el rendimiento casero con el de visitante. Quiere decir que el factor cancha, para el Sevilla actual, no es una ventaja.