Míchel se ha marchado de vacaciones sabiendo que puede estar ante sus últimos días como entrenador del Sevilla. José María del Nido y Monchi siguen confiando en él, pero la ley del fútbol, esa que escriben los resultados, le tiene contra las cuerdas. Míchel tiene claro que todo lo que no sea ganar a Osasuna el próximo 5 de enero puede significar su adiós. Difícilmente el club soportaría un nuevo varapalo, y más aún en el Sánchez-Pizjuán, con el equipo más cerca del descenso que de los puestos europeos.