Exaltados y contrariados. De esta forma «asimiló» el Comité Técnico de Árbitros el arbitraje de Muñiz Fernández en Barcelona, no ya por los errores que pudiera cometer el colegiado nacido en Bélgica, sino por el esperpento que protagonizó en la expulsión de Reyes. Corría el minuto 38 y el árbitro del Comité Asturiano mostró al utrerano la segunda amarilla por, según el acta arbitral, «poner el balón en juego sin mi permiso». Hasta ahí todo parecía reglado bajo el reglamento arbitral.