Permítase la alegoría viajera. El Sevilla tiene un buen equipo para ir un fin de semana y otro también de turismo rural. En comparación con la mayoría de equipos de esta Liga que no es si no un reflejo de la sociedad neocapitalista que propicia las distancias entre ricos y pobres, el coche y la mochila le dan de sobra para disfrutar de distintos paisajes, más o menos amables u hostiles. Pero la realidad se le aparece contraria a su afán cuando debe ampliar su horizonte viajero y tiene que ir cargando el coche de maletas e ir pagando peajes en las grandes autopistas que se va encontrando lejos de sus dominios naturales. La cosa cambia cuando la competición aprieta, los kilómetros se multiplican y en el monedero sólo queda calderilla.