El 5 de enero de 2012, José Antonio Reyes volvía a casa. Habían pasado casi ocho años desde que abandonara el aeropuerto de Sevilla entre lágrimas rumbo a Londres. Se fue con la promesa de regresar. Su salida se cerró con un traspaso histórico que servía para saldar números rojos en las arcas del club y arrancar el despegue de un proyecto que, a día de hoy, sigue sin tener techo.