Tras la destitución de José Luis Mendilibar, la plana mayor sevillista formada por Pepe Castro, Del Nido Carrasco y Víctor Orta, se fueron a Madrid una jornada completa para firmar a un nuevo entrenador.
Las entrevistas con agentes y entrenadores se sucedieron, hasta que finalmente se decidió contratar a Diego Alonso.
El uruguayo fue el único que se adaptó a las exigencias planteadas por los directivos nervionenses, que no querían comprometerse con un técnico más allá de un año.
Así, se tanteó primero a Marcelo Gallardo, cuyas pretensiones económicas y deportivas lo hicieron inviable.
También se fue a por Marcelino, como el mismo confesó anoche en la Cope: «Hubo una conversación con el Sevilla, que es un gran club, pero no se dieron las condiciones necesarias para ese nuevo proyecto. Era para una temporada y la otra vez, cuando estuve allí, vi que los proyectos duraderos son los que tienen una realidad».
El que sí cuadró fue la última opción planteada por Víctor Orta, un desconocido Diego Alonso, que se adaptó a las exigencias contractuales sevillistas, para intentar demostrar que está preparado para dar el salto al fútbol europeo.
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Veremos si esta arriesgada apuesta del Consejo, fudamentada en el aspecto económico, da los frutos esperados.
