No hay que jugar a ras de suelo por obligación o real decreto. De hecho, Iborra prolongó a más de dos metros de altura un pelotazo que bajó con nieve de Sergio Rico y fue Correa el que le puso a aquello el traje de amateurismo para que el Sevilla ganara en Las Palmas un partido en el que lo menos que hizo fue echarla al suelo. La expresión, eminentemente futbolística, pero tan sevillana a la hora de aplicarla a cualquier circunstancia cotidiana, esconde muchas cosas que seguramente en esta ciudad a nadie hay que explicar. Cada cual la recoge y la utiliza sabiendo lo que quiere decir y en lo que le afecta según su responsabilidad.
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