En el Sevilla nadie quiere alzar demasiado la voz porque son sabedores de que las consecuencias pueden ser incluso peores, pero el hartazgo es evidente. Pero lo que toca es que el Sevilla tendrá que visitar al Athletic en San Mamés 65 horas después de que su partido contra el Rennes concluyera. Y eso, hasta en un club tan habituado a jugar cada tres días como es el Sevilla, cansa. Lo que no se entiende es que el Atlético de Madrid juegue dos horas más tarde que el Sevilla habiendo jugado Champions el martes. O que el Barcelona, que sí jugó el miércoles como el Sevilla, sea quien cierre la jornada sabatina en su estadio, ahorrándose un desplazamiento que sí realizó ayer el Sevilla.