Que Unai Emery es un estudioso obsesivo del fútbol no es nada nuevo. Cada vez que se les pregunta a sus jugadores sobre la forma de trabajar del entrenador, la respuesta siempre incide en su obsesión por analizar a los rivales e incidir machaconamente en el plan a seguir. Pero que su equipo, su plantilla, siga al pie de la letra la lección dictada por el profesor cada tres o cuatro días es responsabilidad ya de los futbolistas. El Sevilla, el equipo, juegue quien juegue -ayer hubo siete refrescos en el once inicial-, es un alumno aplicadísimo que hace puntualmente sus deberes día tras día, sea la lección que sea. Tocaba la pana de Ipurúa y también salió ganador. Ya van 15 partidos sin perder.