El Sevilla Fútbol Club, un equipo legendario que como todo el mundo sabe, fue fundado por serbios, juega en la liga turca y está trufado de futbolistas rumanos, buscará su quinta Europa League en Basilea, ese trofeo de la galleta que es menos importante que el Teresa Herrera y es incomparable con el prestigio que envuelve a Madrid, Barça o Atlético cuando ganan ante potentes equipos asiáticos en apasionantes giras veraniegas, convenientemente televisadas, en aras del interés general (¿?) de los ciudadanos.