Cristóbal Soria marcó una época como delegado del Sevilla FC, de la mano de Joaquín Caparrós y posteriormente con Juande Ramos.
Ahora se ha convertido en uno de los personajes del panorama televisivo más virales, tanto en el programa El Chiringuito, como en sus Redes Sociales.
En estos días ha hablado para Relevo, donde ha estado más radical que nunca, desvelando algunos de los secretos del Sevilla, cuando era delegado rojiblanco.
«Con el desembarco de Joaquín Caparrós en el Sevilla Fútbol Club, me propone lo que ni en cinco vidas hubiese imaginado. O sea, un enfermo del Sevilla como yo, porque yo no me considero sevillista, yo me considero enfermo del Sevilla que había echado los dientes en la grada de Gol Norte… pues imagínate lo que es eso. En esos momentos yo tenía 29, 30 años, estaba en plena proyección en mi carrera de árbitro y decidí colgar mi silbato por la chaqueta, la corbata y el escudo del Sevilla Fútbol Club».
– El Sevilla agresivo: «El Sevilla cogió esa identidad… ¿y cuál es el problema? ¿Que éramos un equipo feo? Perfecto. A mí me encantaba salir de los campos abucheados y que nos insultaran, me encantaba. No había mejor síntoma que eso. Que nos apedrearan el autobús a la salida de un estadio. Ese era el mejor síntoma. De los campos hay que salir apedreados, hay que salir insultados, hay que salir con la gente cabreada. Ese es el mejor síntoma».
– Cómo vivía el derbi como delegado: «Y de qué manera. Y aparte en esa época donde la guerra fría Don Manuel Ruiz de Lopera-Del Nido era terrible. Y yo estaba metido en esas trincheras. En esa guerra fría, yo estaba metido en las trincheras. Pero en las trincheras con el gorro y con la cara pintada, ¿me entiendes? Era otra época donde la sevillanía prácticamente, que hoy, por suerte, manda en nuestra ciudad, no estaba a la orden del día».
«Imagínate lo que a mí me entraba por el cuerpo cuando yo llegaba en ese autobús al estadio Benito Villamarín y me bajaba el primero para entrar en el campo del Betis y lo que eso significaba. Y las veces, las muchísimas veces, por suerte, que hemos ganado en el Benito Villamarín. Y el momento de llamar a mi padre una vez que el estadio se ha quedado vacío antes de salir del vestuario y llorar a lágrima viva. ‘Papá, gracias’, y mi padre llorando…. claro, de cosas bonitas, de sentimientos de nosotros de aquí, de Sevilla».
– Su figura como delegado: «Llegó un momento en que a mí me dio tal confianza… Tal nivel de poder mirar a la cara a ese delantero de la selección brasileña de millones de euros. De cogerle y decirle ‘Me voy a cagar en tu puñetera madre’. Y si tenía que cogerle por aquí, por el cuello, le cogía por aquí, por el cuello: ‘Me cago en la madre que te parió'».
– Un equipo antipático: «Yo ponía en la pizarra, en los días previos a un partido con el Real Madrid de Los Galácticos, ‘Como vea a alguien cambiarse una camiseta en el campo, se la quemo’. Y lo ponía en la pizarra. Tú imagínate un delegado escribiendo en una pizarra algo que no sea ‘Mañana a las diez y cuarto entrenamiento’. Tú imagínate un delegado que escriba en una pizarra eso. Y yo lo hacía».
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– Valdano y la semifinal de Copa: «En el minuto 45 de una semifinal de Copa del Rey expulsan a Zidane por darle un codazo a Javi Navarro. Nosotros ganábamos 1-0 ya. Y cuando nosotros nos metemos para el túnel del vestuario, resulta que nos encontramos a Valdano en el túnel nuestro, esperando al árbitro, Iturralde. Y empieza a, lo que se llama evidentemente, apretarle. Valdano, director deportivo del Real Madrid. No el director deportivo del Getafe ni del Leganés, con todo el respeto al Getafe y al Leganés. No. Valdano, campeón del mundo y director deportivo del Real Madrid. Que baja y quiere intimidar, evidentemente, al árbitro. Pero claro, con lo que no contaba Valdano es que me iba a encontrar a mí por el camino. Y entonces empieza a decirle al árbitro que cómo puede ser que los pájaros disparen a las escopetas. Porque claro, es Zidane el expulsado por dar un codazo a Javi Navarro. Y yo estoy ahí por medio y… ‘¡Fuera de aquí!’. ‘¿Cómo? Que tú me dices que me vayas de aquí’, me dice. ‘¡Claro, fuera de aquí! Te vas de aquí ahora mismo’. ‘No, que tú, que yo, que tú…’. ‘Que tú no puedes estar aquí’. Y claro, evidentemente, la razón en ese aspecto de que él no puede estar allí la llevaba yo. Y el árbitro, evidentemente, sabe lo que está pasando allí, yo intervengo para que aquello no pase. Aquello se va un poquito de madre y se forma allí un poquito una garata importante, ¿no? Después, bueno, hemos coincidido y nos hartamos de reír los dos cada vez que contamos aquella anécdota».
– El botellazo a Juande: «Aquello y la repetición de los últimos veinte minutos en Getafe fue uno de los episodios más lamentables de la historia de los derbis. Y te lo digo yo, que esa botella sé que llevaba nombre y apellido (mientras se señala), y Juande pasaba por allí y le tocó a él. Se vivió con la pena, la tristeza y la preocupación de ver a tu entrenador abandonar un campo de fútbol en una ambulancia, pero por otro lado, deportivamente, sabiendo que aquel gol de Kanouté, cómo retumbó aquel estadio, cómo cantábamos aquel gol… Yo lo recuerdo todavía e inmediatamente me viene el silbido de la botella, porque yo escuché a la botella. Es que la botella, como te digo, tenía nombre y apellido, y Juande pasaba por allí, y le pegó un botellazo gordo. Menos mal que no llegó a mayores».
– Lo balones: «Era minuto 90, minuto de descuento. Y yo tenía allí… siempre tenía mis cosas preparadas. Y el Sevilla ganaba 1-0. Estábamos con diez. Y el Atlético de Madrid apretando como cabrones, como no podía ser de otra forma. Y sale un balón de banda por allí al lado. Y Sergi viene allí corriendo para sacar de banda, para intentar poner el balón en juego lo antes posible. Y el balón que había allí… ‘¡Pum!’. Y le doy yo el balón. Y claro, el balón no está pinchado, pero está como está… claro. Y claro, cuando va a sacar y se da cuenta que el balón está como está, me pega un pelotazo. El pelotazo no me da, el árbitro para el partido, tarjeta a Sergi, se forma allí la mundial… Y cuando vuelven a sacar, al árbitro no se le ocurre otra cosa que hacer… ‘¡Pí, pí, pííí!’. ¡Pita al final! Yo en cuanto vi aquello… ¡pum!, me metí para el vestuario porque no quería más jaleo ni más lío. Esas batallas con el Atlético de Madrid también fueron épicas. Y yo me quité del medio y ya está. Oye, al final ganamos 1-0 y pa’ casa, eh (se ríe)».