«Recuerdo que estábamos concentrados en la playa de Sancti Petri (Chiclana, Cádiz) y la noticia nos la dio Manolo Jiménez, que era el capitán, a la hora de la siesta. Apareció en las habitaciones muy nervioso y casi llorando. De entrada no nos lo creíamos e intentamos tranquilizarlo, pero conforme se confirmaba, nos quedamos helados», declaró Unzué a Efe. Unzué recuerda que «la llegada en autobús para hacer el entrenamiento en el estadio fue increíble, estaba el Sánchez-Pizjuán casi lleno» y fue «inolvidable la fuerza de las marchas que hicieron los sevillistas por las calles, y que dieron la posibilidad de que el equipo pudiera seguir en Primera división».