Corría el 26 de marzo de 2014, hace ahora justo un año, cuando el Sevilla recibía en el Sánchez-Pizjuán al Real Madrid. El equipo de Emery ya tenía en mente los cuartos de final de la Europa League frente al Oporto, menos de una semana después –el partido se disputó en miércoles– de eliminar al Betis en el Benito Villamarín, un subidón de adrenalina incalculable. Los de Ancelotti se jugaban la Liga en territorio hostil. Grada llena y un público que deseaba dejar a los de la capital de España con unas mínimas opciones de título.