La decepción era patente en el semblante y en el discurso del entrenador del Sevilla, Unai Emery, durante su comparecencia en la sala de prensa del Sánchez-Pizjuán. El preparador sevillista lamentó la falta de intensidad de su equipo, pero, lejos de señalar a nadie ni en lo individual ni en lo colectivo, tiró por el descontento general del grupo y por el concepto de derrota en sí.