Por todos es conocido que el sistema de contratación individualizada de derechos televisivos que tenemos en España resulta un anacronismo vergonzante que propicia que la diferencia entre los ricos (cada vez más ricos) y los tiesos (cada vez más tiesos) se incremente exponencialmente temporada tras temporada. Que entre vecinos de la misma liga haya 100 millones anuales de diferencia ya habla a las claras de lo sonrojante del modelo.