El otro partido: Teoría de la perfección interrumpida

Desde el inicial 6-4 ante el Espanyol y hasta el 0-3 de Balaídos, el Sevilla de Jorge Sampaoli había ganado todos los partidos por la mínima. La evolución de un equipo construido de la nada, por el cambio de entrenador, la novel filosofía de juego y la reeditada revolución de la plantilla, tres en uno, había producido una lenta maduración de cada partido. La posesión del esférico como santo y seña provocaba, salvo contadas excepciones (Barcelona y Juventus), un apabullante dominio que a veces no generaba tanta llegada como prometía. Pero el tiempo y el goteo de victorias han sedimentado ya en un equipo maduro que cree a ciegas en lo que juega. El regreso de Nasri y la reivindicación de Iborra han completado la pirámide perfecta sobre N’Zonzi, con Vitolo de capataz de obras.

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