Quizá es de lo que rehúyen los entrenadores, de esa aureola de positivismo de la que se impregna el aficionado, la prensa y el directivo que se frota las manos. El entorno en general anda con los biorritmos en tendencia claramente al alza con las sensaciones que provoca el Sevilla de Unai Emery, que tiene ante sí dos citas de mucha altura ante los líderes de las ligas española y rusa en las que la afición espera y desea lanzarse a la locura de la euforia.