En la jornada 26ª de la pasada Liga, la Sociedad Deportiva Eibar describía una pronunciada caída libre. Encadenaba siete derrotas consecutivas. Había concluido la primera vuelta con 27 puntos, una cosecha copiosa en la temporada de su estreno en Primera, y con ellos permanecía siete partidos después, ya a sólo tres puntos del descenso. Bajó, pero el batacazo administrativo del Elche lo devolvió a la categoría.
Un año después, el Eibar parece haber aprendido la lección. Empezó la campaña tan pujante como el que adiestró Gaizka Garitano, pero no se ha caído: es octavo con 36 puntos. A 12 del descenso. Y eso lo hace saltar hoy a Nervión sin presión: doblemente peligroso.