El Sevilla ha experimentado en cuatro días la cara y la cruz del fútbol, en realidad la cruz y la cara, porque empezó perdiendo ante el Atlético de Madrid en la primera jornada liguera y continuó ganando al Slask Wroclaw en la ida del play-off de la Liga Europa. Esta noche aspira a cerrar este primer minimaratón competitivo repitiendo el último de los signos para así comenzar a sumar puntos en la competición por excelencia. Bien está lo que bien acaba, pero tampoco está mal lo que bien empieza. En otras palabras, la visita al Levante de Joaquín Caparrós no es una final ni una semifinal, pero inaugurar la Liga con dos jornadas en blanco no es lo más recomendable para un conjunto que, como ya apuntó su presidente, quiere partir de cero en busca de los extraordinarios hitos que consiguió a mediados de la pasada década.