Unai Emery cumplió ayer dos años en el Sevilla. Sus méritos, muchos: rehabilitar un equipo que devoraba a los entrenadores post-Juande (Jiménez, Manzano, Marcelino, Míchel), devolverle la autoestima, un memorable título de la Europa League y el actual cuarto puesto a pique de cerrar la primera vuelta del campeonato. Por sorpresa, Monchi le bajó una tarta a sala de prensa. El Sevilla, a pesar de ciertos tics de mal juego que no gustan a su afición, está de dulce.