Nadie con buen criterio puede obviar lo delicada que es la situación de este Sevilla, que prácticamente ha dicho adiós a la séptima plaza y que no depende de sí mismo para salvar milagrosamente la temporada. Le restan dos partidos para terminar el Campeonato, en Pamplona contra un Osasuna que se juega la permanencia y en casa ante un Valencia que estará luchando por entrar en la Liga de Campeones, y después de la derrota de esta noche contra la Real Sociedad el ánimo de los sevillistas no es ni mucho menos el más conveniente para afrontar estos serios compromisos.